Canadá es el segundo país más grande del mundo donde disfrutar de un montón de aventuras al aire libre. La Ruta por el Este Canadiense atraviesa grandes encantos de Canadá: paisajes, enclaves culturales y gastronomía. Descubre ciudades como Toronto, Ottawa, Quebec y Montreal.
Es sin duda uno de los destinos ideales para los amantes del «eco». Podrás dormir junto a las Cataratas del Niágara. También visitarás lugares como Cataratas de Chutes-Montmorency, los Parques Naturales de Jacques Cartier o de Maurice.
DÍA 1
CIUDAD DE ORIGEN – TORONTO
Salida del vuelo desde la ciudad de origen hasta Toronto. A tu llegada al aeropuerto y, tras recoger tu equipaje, dirígete a las oficinas de alquiler del vehículo para formalizar el contrato y recoger el coche. Dispones del resto del día libre para empezar a explorar esta cosmopolita ciudad. Vive las muchas facetas de este destino con su fascinante mezcla de barrios multiculturales: desde el barrio chino a la pequeña Italia, del barrio griego al pequeño Portugal, descubrirás muchos mundos dentro de una sola ciudad. La tarde noche es muy atractiva en Toronto. Mira con tiempo a ver si tu visita coincide con algún partido de béisbol en el Rogers Center o un partido del deporte nacional, el hockey sobre hielo, en el Air Canadá Centre para ver al Maple Leafs ganar. Las entradas para ambos deportes ni son baratas ni fáciles de conseguir, pero te abrirán la puerta a uno de los mayores espectáculos sociales y deportivos del país. El atardecer es uno de los mejores momentos para contemplar el impactante skyline de la ciudad. Para ello, tienes varias opciones: o subirte al ferry de las Toronto Islands o subir hasta el mirador de la CN Tower. Cuando hayas disfrutado de cualquiera de las dos opciones, ya puedes dirigirte al Distillery District. Es el lugar de populares porque sus antiguos y abandonados edificios han dado paso a los locales de moda de la ciudad. Podrás tomar una copa rodeado de la gente más VIP de Toronto. Los amantes de la cultura y los espectáculos, pueden dirigirse al área de teatros, que es la tercera mayor del mundo y en la que encontrarás desde musicales modernos a obras tradicionales. Alojamiento en Toronto.
DÍA 2
TORONTO – CATARATAS DEL NIÁGARA
Hoy podrás compaginar la visita a la ciudad de Toronto con una interesante excursión, en dirección al sur, bordeando la escarpa dura del Niágara y atravesando los pomares y viñedos de la Península de Niágara. Comenzamos la mañana explorando Toronto, una de las ciudades más interesantes del país. La urbe ofrece al viajero un sinfín de opciones que completarán tu visita de ayer. Para comer, puedes hacerlo por Chinatown o visitando Kensington Market o St Lawrence Market. Si quieres aprovechar tu estancia en la ciudad para ir de tiendas, las compras más originales las podrás hacer en la tienda más fascinante que hayas visto jamás: el local de Honest Ed’s. La parte más moderna de la ciudad se encuentra en el distrito financiero. Está situado en el Dowtown, alrededor de King St y el Waterfront. En cambio, si has venido a buscar arte, dirígite al Royal Ontario Museum y a la Art Galery of Ontario. Tanto si viajas en invierno, como si lo haces en otra estación del año, una visita obligada es el PATH. Evidentemente, en las estaciones más frías pasarás un mayor tiempo circulando por la ciudad subterránea que hay bajo Toronto que te facilitará la vida a la hora de recorrer pequeñas distancias sin el coche. Si eres amante de los castillos, en Toronto encontrarás uno fascinante. Sí, sí, como lo oyes. La Casa Loma es una casa señorial con unos jardines maravillosos que, entre tanta modernidad, recuerdan al visitante cómo se vivía en la ciudad hace no tanto. Tras haber disfrutado de los atractivos de esta sorprendente urbe, nos ponemos en Ruta rumbo a las Cataratas del Niágara, una de las atracciones naturales más famosas del mundo. Para que te hagas una idea, hasta las Cataratas del Niágara hay poco más de una hora. El tiempo que debes destinar a la visita dependerá de si quieres acceder al Maid of the Mist, que suele extenderse cerca de dos horas. (Nota. El Maid of the Mist es una embarcación que se acerca a una distancia (prudencial) de las cataratas dentro del lago. También es posible avistar este impactante lugar en helicóptero, servicios no incluidos. De camino a las famosas cataratas, puedes detenerte para descubrir la aldea histórica de Niágara-on-the-Lake y recorrer sus fantásticos comercios y boutiques). Despide el día en Niágara, uno de los enclaves más sorprendentes del mundo. Alojamiento en la zona de las Cataratas de Niágara.
DÍA 3
CATARATAS DEL NIÁGARA – OTTAWA
Despertarse en Niágara no tiene precio, quizá quieras aprovechar las primeras luces del día para realizar hermosas fotos de la zona al amanecer. El trayecto hasta Ottawa es largo. De hecho, necesitarás entre 5 horas y 5 horas y media para cubrir la distancia entre estos dos enclaves. Durante el fotogénico trayecto en coche en dirección a la capital de Canadá, bordearás en todo momento el lago Ottawa y el mayor atractivo de esta Ruta es el “tour de las Mil Islas”. Si lo deseas, puedes embarcarte tanto en Kingston, como en Gananoque o Brockville. Cualquiera de las 3 opciones es buena. Hay cruceros de 90 minutos y otros de tres horas, pero lo importante es que te brindarán la oportunidad de conocer algunas de las islas más bonitas que hay en esta vertiente noreste del lago Ottawa. Dependiendo del tiempo del que dispongas, puedes dejar esta excursión para más adelante, en tu visita a Kingston casi al final de tu Ruta. Sea como fuere, tanto si te decides por esta visita como si decides continuar tu camino sin detenerte, llegarás a Ottawa a última hora. (Nota. Si sigues de manera intermitente la Rideau Heritage Route, a lo largo del Río Rideau, podrás visitar pueblos situados a la orilla del río como Smiths Falls y Edmond´s Lock. Muchos de ellos cuentan con esclusas que permiten a las embarcaciones pasar de elevaciones altas a elevaciones más bajas en el río). Alojamiento en Ottawa.
DÍA 4
OTTAWA
Hoy nos despertamos en Ottawa. Cuando salgas del hotel encontrarás una ciudad limpia y ordenada. Así es Ottawa, un fiel reflejo de cómo es el país. Moderno y abierto al mundo, pero apegado a la naturaleza más hermosa. Como comprobarás, la ciudad tiene unas dimensiones generosas y agradecerás poder moverte en coche porque, aunque muchos de sus atractivos están relativamente cerca, hay que caminar mucho y rápido para verlo todo. Por eso, súbete al coche y… ¡A empezar el día! Una de las mejores manera de hacerlo es desplazándose hacia el corazón legislativo y ejecutivo de la ciudad. Los edificios situados en el Parlament Hill, en Wellington St, son el Centre Block, el East Block y el West Block -sólo un ejemplo de cómo está todo perfectamente ordenado- y albergan el Parlamento, el Senado y el despacho del Primer Ministro entre otras dependencias. Se pueden visitar, pero te aconsejamos que llegues pronto porque, aunque es gratis, hay que sacar un ticket para poder entrar y las colas que se forman son largas. La mayor parte de esta zona es peatonal, así que podrás aparcar el coche cerca y disfrutar del paseo. Dependiendo del mes en el que viajes, podrás ver el cambio de guardia a las 10am, la proyección de mapping en la fachada u otras actividades que enriquecen el entorno. A continuación, puedes acercarte al Canal Rideau. En verano, podrás embarcarte o dar un paseo por cualquiera de sus dos orillas, mientras que en invierno, ¡puedes patinar por la pista de hielo más larga del mundo! Muy cerca de aquí, tendrás a tu alcance los puentes de Alexandra o el Macdonald Cartier para visitar Gatineau. Así verás una imagen de la ciudad muy interesante. De hecho, en este lado del río encontrarás el Museo de Historia de Canadá. Es muy interesante. Otros museos que no puedes perderte si eres aficionado a visitarlos son los que están rodeando la calle Sussex y que son el Museo canadiense de la guerra y la Galería de Arte de Ottawa. Además, en distintos puntos de la ciudad encontrarás esculturas gigantes espectaculares. Para comer, puedes acudir al Byward Market. Es un mercado con una faceta gastronómica francamente atractiva. La zona te encantará porque está llena de vida. Entre los músicos y artistas callejeros y los pubs hacen que el bullicio tenga ritmo en esta parte de la ciudad. Para bajar la comida, nada mejor que desplazarte hacia el Major’s Hill Park, uno de los innumerables parques con los que cuenta la ciudad. Además de campos de golf. ¡Incluso los hay públicos! Si eres un fanático del deporte del Drive, no dudes es salir al green porque no te arrepentirás. Entrada la tarde, puedes pasear por la zona de Sparks St, aprovechando que la zona es peatonal. Hay muchísimas tiendecitas y bares donde entretenerte y curiosear. Para cenar, te proponemos que mires con antelación cuáles son los restaurantes de moda de la ciudad para hacer una reserva y no quedarte sin mesa. Alojamiento en Ottawa.
DÍA 5
OTTAWA – PARQUE OMEGA – TROIS – RIVIÈRES – QUEBEC
Después de disfrutar de la ciudad de Ottawa, hoy volverás descansado a la carretera. Tienes por delante un recorrido de 448 kilómetros con posibles paradas muy interesantes. La primera es el Parque Omega, el mejor lugar de Canadá para ver la fauna local en estado semisalvaje y uno de los mejores enclaves naturalistas de todo el mundo. Es un plan excepcional lo mires por donde lo mires. El parque está dividido en 5 ambientes diferentes y cada especie animal está en el que le corresponde. De esta forma, cada hábitat está equilibrado y es representativo de la vida natural en libertad. Cuando prosigas tu camino hasta Quebec, verás que -a medio camino- pasarás muy cerca de Montreal. Sabemos que es difícil pasar de largo, pero no te desvíes porque ya volverás más adelante, no te preocupes. Durante todo el trayecto, siempre en dirección norte, tienes a tu disposición varios Parques Naturales interesantísimos y también varias reservas naturales. Si no has parado en el Parque Omega pueden ser una buena opción para entrar en comunión con la naturaleza. Por otra parte, durante el recorrido de hoy también irás bordeando uno de los principales ríos del país, el río San Lorenzo. No te cansarás de contemplarlo, al igual que el lago Saint Pierre, que está situado justo antes de llegar a la localidad de Trois-Rivières. Es especialmente hermoso y, si eres aficionado a la pesca, es un lugar ideal para echar la caña. Otra buena razón para visitar la localidad es su la magnífica Catedral de la Inmaculada Concepción, un templo de estilo gótico reconstruido y que custodia espléndidos vitrales. El final de la etapa de hoy es Quebec. Desde el momento en el que atraviesas su entrada amurallada, te percatarás de su belleza e importancia histórica. Cuando llegues, puedes darte un buen homenaje y fundirte en un abrazo espiritual con dos de los platos estrella de la gastronomía canadiense: el Tourtière y el Poutine. El primero es un pastel de carne exquisito y el segundo es una delicia: patatas fritas mezcladas con queso cheddar fundido y todo aliñado con una salsa de carne. Son una maravilla para el paladar. Alojamiento en Quebec.
DÍA 6
QUEBEC (VISITA OPCIONAL A LAS CATARATAS CHUTES – MONTMORENCY – PARQUE NACIONAL JACQUES – CARTIER)
Después de haber descansado y de haber cogido fuerzas con un buen desayuno, es hora de conocer la ciudad. Es la que más elementos franceses tiene de todas las que has visitado hasta el momento y, muy probablemente, coincidirás en que es una de las más elegantes y bonitas. ¡Tiene incluso su propia Notre Dame! De hecho, te acordarás de este texto cuando pienses, en algún momento del día, que podrías quedarte a vivir en ella encantado. Es una ciudad muy activa, con muchísima vida y muchos artistas callejeros que animan la ciudad tanto de día como de noche. Por eso, cuenta con que te irás parando varias veces entre visita y visita. ¡Disfruta, que estás de vacaciones! Un buen punto para empezar el día es la Citadelle de Québec, la ciudad amurallada. Québec es la única ciudad de todo América del Norte que tiene un centro histórico amurallado. En su interior podrás visitar la fortificación más grande del continente, aunque su atractivo no sólo radica en su contenido, porque también es muy agradable el paseo por fuera de ellas. Recuerda que te encuentras en la ciudad más antigua de Canadá. Fundada en 1608, ha sido reconocida además Patrimonio Mundial por la UNESCO. Prepárate para apreciar el contraste entre el núcleo más clásico y tradicional y el Quebec más moderno y cosmopolita. Además de sus atractivos contrastes, la ciudad se muestra al viajero con multitud de guiños europeos. Y te quedará absolutamente claro cuando transites por la plaza Royale o el Petite Champlain. ¡Sentirás que estás recorriendo un barrio parisino! Pero hay más influencias de la capital francesa. Lo entenderás enseguida cuando pongas el primer pie en la calle du Tresor. De hecho, creerás estar en la zona del Sacre Cour. Otra influencia gala es el hotel más fotografiado del mundo: el Château Frontenac. Es un castillo del siglo XVIII en el que tan solo unos pocos afortunados se pueden alojar por sus precios prohibitivos. Muy cerca de aquí se encuentra La terrase Dufferin. Es un paseo construido a base de láminas de madera y que mira al río San Lorenzo. Al inicio del paseo hay un funicular que te llevará a la otra costa, a la zona de Lévis. Y si eres de los que crees que no has visitado una ciudad hasta que no has acudido a la llamada de sus museos, vas a disfrutar mucho hoy. Te encuentras en una de las capitales mundiales del arte. En el MNBAQ podrías pasarte horas y horas hipnotizado con alguna de sus más de 38.000 obras. Igualmente adictivo y atractivo es el Museo de la Civilización, en el que su apuesta por los elementos interactivos lo convierten en un buen plan para ir con los más pequeños de la casa. Otro de los puntos fuertes son sus templos e iglesias. Además de Notre Dame, te recomendamos la visita al Sainte-Anne-de-Beaupre. Su exterior es elegante y su interior es espectacular. Los frescos de sus arcos son increíbles, lo mismo que los vitrales. Un buen lugar para comer pueden ser las inmediaciones de las calles Saint Louis y Sant Jean. Es un lugar muy agradable, repleto de tiendecitas, bares y restaurantes con una amplia oferta gastronómica. Pero no sólo hay entretenimiento en la ciudad. Sus inmediaciones también tienen grandes atractivos. Apunta este nombre: Chutes-Montmorency. Son unas cataratas, aunque bien podríamos afirmar que son “las cataratas”. Están a 15 minutos de Quebec y son 30 metros más altas que las del Niágara. No son tan populares, pero sus 83 metros de caída las hacen aún más espectaculares que sus primas de Ontario. Otro de los atractivos de la zona -y una de las ventajas de ir en coche- es el Parque Nacional de Jacques-Cartier. Además de ser una reserva natural de más de 600 kilómetros cuadrados, es un lugar ideal para la práctica de deportes de aventura. Los descensos en rafting son magníficos, al igual que las travesías en kayak, aunque es aún más famoso entre los senderistas, que transitan por sus senderos en plena naturaleza. Si no eres un amante de la naturaleza sino más bien un fan de los parques temáticos, no te preocupes porque Quebec te guarda también un buen regalo: el complejo de Village Vacances Valcartier. Está abierto tanto en verano como en invierno y tiene el agua en todos sus estados como protagonista. No sólo en estado líquido, sino también en sólido, porque podrás adentrarte en el único hotel de hielo del continente. Y hablando de agua, otro plan familiar destacado en Quebec es la visita al Aquarium. Acoge más de 10.000 ejemplares, incluyendo osos blancos y focas. (Nota. Si tu viaje coincide con los Fuegos de Verano, estás de enhorabuena ya que son uno de los espectáculos piromusicales más impresionantes del mundo). Alojamiento en Quebec.
DÍA 7
QUEBEC – REGIONES LAS MAURICIE/BOIS – FRANCS/LANAUDIÈRE – BERTHIERVILLE – MONTREAL
Como os prometimos, hoy acabaremos el día en Montreal, pero antes de llegar hay algunas paradas interesantes. Descenderás hacia el suroeste por la carretera 40, por lo que unas propuestas te quedarían al norte y otras al sur de la 40. Lo bueno es que no te tienes que desviar excesivamente de la carretera principal y eso evitará que pierdas mucho tiempo. La primera de las posibles paradas puede ser a la altura de la 359, en dirección a Saint Jean Des Piles. Es la puerta más al este del Parque Nacional de Maurice, lo que te permitirá cruzarlo (son 73 kilómetros), salir por la puerta del oeste y volver así por la 155 hasta la 40, la que te llevará directamente hasta Montreal. Si haces el viaje el época estival, no dudes en llevarte bañador y toalla para disfrutar de un chapuzón en la playa. Sí, sí, has oído bien, hay una playa de arena dentro del parque. ¡Ah! y también repelente para los mosquitos porque son el morador más molesto del parque. El parque tiene centenares de caminos para hacer senderismo y unas impactantes cascadas que podrás remontar a pie: las famosas Cascadas Waber. Y durante todo el recorrido podrás comprobar su rica vida animal y vegetal. Para verlo de forma global, desde un mirador, no puedes dejar de pasar por el de Le Passage, un lugar idílico para sacar una fotografía panorámica del parque. Al acabar, sal por la salida oeste y regresa a la carretera 40. Pasado el lago de Saint Pierre, que muy probablemente visitaste a la ida hacia Quebec, encontrarás la región de Lanaudiere. Es pura naturaleza, templo de los pescadores de truchas, lugar de peregrinación para los amantes del turismo gastronómico y reino de cascadas y cataratas. Te sugerimos realizar una parada en Berthierville y visitar el Museo Gilles Villeneuve, antes de proseguir hacia la vibrante y cosmopolita ciudad de Montreal. Si estás cansado, puedes dirigirte al hotel y tomarte un rato libre. Si no puedes esperar a conocer la ciudad, puedes dirigirte hacia el barrio histórico y perderte por sus calles. Vienes de Quebec – que seguro te recordó a París – y aquí te sucederá lo mismo. De hecho, te encontrarás frente a una réplica de la Catedral de Notre Dame, decenas de cafés y bistros al más puro estilo galo y tiendas de moda y galerías de arte con tendencias muy europeas. Puedes acabar el día paseando por el Puerto Viejo y contemplar la ciudad iluminada y bañada por el río San Lorenzo o asistiendo a uno de los espectáculos del Circo del Sol, que suelen actuar con frecuencia en su país natal. Alojamiento en Montreal.
DÍA 8
MONTREAL – MORRISBURG – KINGSTON
Comenzar bien el día es desayunar con alegría, para coger fuerzas y descubrir una de las ciudades más maravillosas del país. Si quieres sentirte como un conquistador extasiado al contemplar la belleza de sus dominios, puedes empezar la visita a la ciudad subiendo a la Torre Montreal. Es la torre inclinada más alta del mundo, por lo que ya puedes imaginarte que desde lo alto obtendrás unas vistas inigualables. Son 175 metros de altura con una inclinación de 45 grados y, afortunadamente para ti, cuenta con un ascensor que te llevará hasta el último piso. Otra de las características de Montreal es su PATH, el mastodóntico centro comercial subterráneo que recorre las entrañas de la ciudad, preparada para hacer vida cuando en la superficie el clima no acompaña. También puedes dedicar un tiempo hoy a recorrer alguno de los barrios más característicos de Montreal: el barrio chino, el barrio latino o el Boulevard Saint Laurent, un auténtico abanico de culturas. Una buena opción para comer es, si las condiciones meteorológicas lo permiten, comprar algo para llevar y ubicarse en algún punto del Mont Royal. Si tu visita coincide en domingo, no puedes perderte el espectáculo percusionista que se repite sin excepción una vez a la semana. ¡Es alucinante! Después de comer, un buen lugar para pasear muy cerca del parque es el Plateau Mont Royal. Es un barrio hippie, muy divertido y rebosante de cultura y arte. En la calle Queen Mary Road y con parking propio encontrarás el oratorio Saint Joseph, la iglesia más grande del país y la segunda cúpula más grande de un templo religioso sólo por detrás de la Basílica de San Pedro, en Roma. ¡Alucinarás con la sala de las velas! Al otro lado del Mont Royal, también te llamará la atención el ambiente multicolor el Village, el barrio gay más voluminoso de todo el país. Está lleno de vida y barullo, por lo que es imposible que te aburras. Si vas con niños, muy cerca de aquí, por los alrededores de la calle Port de Montreal tienes a tu alcance varios parques de atracciones y varios museos muy interesantes, como la Biosphere, un centro único dedicado al agua y al medio ambiente. Te encantará. Una vez disfrutado de la ciudad plenamente es hora de partir hacia Kingston. Hoy cruzaremos hacia la provincia de Ontario y regresa a la tranquilidad de la región de las Mil Islas. Hoy te esperan cerca de 3 horas de trayecto. Si el camino se te hace muy largo, la parada más habitual suele ser la de Morrisburg, justo a la mitad del trayecto. Su atracción más famosa es el Upper Canadá Village, que te permitirá emprender un interesante viaje en el tiempo hasta principios del siglo XIX. Aquí, podrás conocer cómo vivía un herrero, un panadero o un maestro de escuela. Se conservan todos los elementos originales y cada gremio sigue trabajando con las herramientas y los medios de entonces. La visita es una experiencia muy agradable. Ya en Kingston, no te pierdas el antiguo Fuerte Henry, una fortificación cuyo origen se remonta a 1830. En este enclave histórico se celebra a diario un colorido desfile militar donde los participantes visten trajes de la época. ¿Más recomendaciones? Visita los edificios e instalaciones coloniales de Queen’s University o el museo del Real Colegio Militar, la academia militar más antigua de Canadá. Además, la ciudad pone a tu disposición un tour organizado por los mejores pubs y locales nocturnos del momento. Dura 2 horas y es para mayores de 19 años. Alojamiento en Kingston.
DÍA 9
KINGSTON – PRINCE EDWARD – PICTON – TORONTO
Si de camino a Otawa no te embarcaste en el crucero de las Mil Islas, hoy tienes otra oportunidad. En una travesía de 3 horas de duración podrás ver de cerca las casas de veraneo de las grandes familias canadienses y la fauna y la flora local. Un viaje inolvidable a través de los innumerables islotes (no incluido). El coche lo podrás dejar y recoger en la estación, en el 248 de Ontario Street. Cuando acabes, puedes proseguir la Ruta en dirección oeste, a lo largo de la costa del lago Ontario, que atraviesa los fértiles campos del condado Prince Edward, con abundantes comunidades históricas donde destacan las antiguas residencias y casas veraniegas de los gobernadores y magistrados de la era británica de Canadá. Recorrerás los 80 kilómetros que separan Kingston de la región de Prince Edward en una hora transitando por la 401 primero y la 62 después. Prince Edward – no confundir con la isla del Príncipe Eduardo – es una joya porque aquí podrás hacer cualquier cosa. Desde ir a la playa o practicar deportes náuticos hasta jugar al golf, relajarse en un spa, hacer rutas por museos, practicar senderismo o disfrutar de la naturaleza. Además, te encuentras en uno de los templos culinarios del país. En esta zona existe un número de viñedos y elaboradores de queso de renombre, los cuales invitan a los visitantes a pararse en los pequeños pueblos. Hay una amplia oferta gastronómica, tanto por sus bodegas como por la experiencia que promueve el gobierno local: “de la granja a la mesa”. Ya sea en Bloomfield, en Wellington o en Picton, se organizan ferias locales en las que se pueden adquirir productos directamente traídos del campo. Precisamente, Picton es un buen lugar para parar antes de ir hacia Toronto. Es una localidad pequeña, con casitas de una planta, con porche y jardín, y su posición estratégica en la bahía de Picton la hacen única. Te encantará pasear por el puerto antes de partir dirección Toronto. Tienes algo más de 2 horas de camino por la 401, una carretera que ya conoces porque hiciste el recorrido inverso en dirección a Ottawa. Una vez en Toronto puedes dedicar el tiempo que tengas hasta la cena para visitar aquello que no te dio tiempo en tu primer encuentro con la ciudad. Al atardecer, no puede faltar la foto frente a las letras de la plaza Nathan Philips. Si estás provisto de un buen palo selfie no tendrás problema, sino, siempre puedes pedirte a algún turista que te ayude a capturar una de las instantáneas más típicas. Si quieres complementarla con la segunda más famosa, puedes visitar la plaza de Yonge-Dundas. (Nota. Dependiendo de la hora de salida de tu vuelo de mañana, o si has ampliado tu estancia en la ciudad, podrás realizar una visita a las Toronto Islands. Se pueden visitar en cualquier época del año, pero los mejores meses son entre abril y octubre, que es cuando uno puede disfrutar de todas las atracciones abiertas y cuando el clima suele respetar al visitante. La isla principal es la Centre Island, así que, sabiendo que luego tienes que conducir hasta Ottawa, escoge el horario del ferry que mejor te convenga. Sale cada 15 minutos desde la estación marítima de Jack Layton y puedes dejar el coche en el aparcamiento. Lo más habitual es alquilar una bici en la misma isla y recorrer los lugares que quieras con ella. Recuerda que una de las mejores formas de ver el skyline de Toronto es hacerlo desde el ferry que lleva a las Toronto Islands, así que prepara tu teléfono y cárgalo bien porque hoy harás centenares de fotos. Y llévate también bañador porque hay playas. Y podrás alquilar también un kayak para recorrer la costa de la isla. Es una experiencia maravillosa. Tanto si has alquilado una bicicleta como si afrontas la visita a pie, tienes acceso al faro, al embarcadero, a bosques, parques y jardines que jamás olvidarás. Sin agobios, que estás de vacaciones, pero no aparques del todo el reloj. Es conveniente estar en el puerto 20 minutos antes de que salga tu barco para asegurarte que no está lleno y devolver la bici si es que has alquilado una. En poco menos de 15 minutos estarás en Toronto de nuevo). Alojamiento en Toronto.
DÍA 10
TORONTO – CIUDAD DE ORIGEN
Presentación en el aeropuerto con suficiente tiempo de antelación para devolver el coche de alquiler y vuelo de regreso a la ciudad de origen. Noche a bordo.
DÍA 11
CIUDAD DE ORIGEN
Llegada. Fin del viaje y de nuestros servicios.
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